Esta frase lleva días dando vueltas en mi cabecita: es un regreso, es una ida, es una búsqueda, un lugar….es un destino quizás??
No lo sé, pero cuando algo llega a mi mente, es por o para algo.
En la vida, dicen los «sabios», hay que perderse para encontrarse. Por tanto, cuando tengas esa sensación de estar perdido, es posible que estés en ese punto de regreso a casa, de ir al encuentro de ti misma o de ti mismo.
Ese es el viaje más importante que vas a hacer jamás, te lo aseguro.
No se trata de hacer las maletas, ni coger trenes o aviones sencillamente, o no tan sencillo, se trata de mirarte dentro, descubrirte, hacerte las preguntas adecuadas y tener el valor de escuchar tus respuestas. Se trata de ser honesto, pues de otro modo, el objetivo será en vano y el tiempo invertido, un desperdicio.
Actúa sin miedo, pues no siempre, lo que vas a encontrar al mirar en tu interior va a ser de tu agrado.
Tendrás que enfrentarte a tus demonios, esos que, tomados de la mano de tus creencias limitantes, te mantienen estancado en el círculo vicioso de una vida que no te gusta vivir. Probablemente, llevas años convencida/o, de que eso que se te inculcó en tu infancia, la influencia de tu familia, profesores o entorno, es “lo que debe ser”, culpándote por no saber hacer lo que te enseñaron que debías hacer. Se valiente y arriésgate a romper esas reglas, si sientes que no son las que se adecúan a ti.
También es posible que, llevados por sus propios temores, encuentres personas que te intenten hacer desistir en la decisión que tomes. Aquí entrará en juego tu serenidad, tu determinación y esa confianza en ti, que hayas podido ir dejando dormida a lo largo del tiempo. Si te has de equivocar, que sea por tus propias decisiones y acciones, no por las que otros hayan tomado por ti pues, de todos modos, no hay errores, hay aprendizajes que te impulsarán a desarrollar tus talentos, para cambiar de estrategia, cambiar de rumbo y seguir hacia tu destino.
Si te dejas arrastrar por la corriente de la vida que te lleva, tu frustración te llevará a “dejarte mecer”, a no luchar, a no actuar, a perderte por rutas que no quieres caminar, llegando incluso a perder tu voluntad. ¿Cuantas veces oímos decir eso de “el punto de no retorno”? refiriéndose a que después de ese momento de vida, ya no se puede hacer nada por esa persona, pues ha superado el límite y la consideramos perdida y sin solución posible.
Pues bien, en mi opinión, en ocasiones es necesario llegar a ese punto, pero a mí no me gusta ser tan catastrofista, más bien le llamaría “el punto de partida”. Si realmente sientes que ya lo has perdido todo, que ya no te motiva nada, que te dejaste manipular, ese es precisamente el punto en el que, despojado de todo, puedes empezar de nuevo, romper los hilos de la marioneta que otros hicieron bailar y dejar a un lado tu cuerpo de madera para recuperar tu vida. Como cuando te dejas caer al agua en una piscina y al tocar tus pies el fondo, es que tomas el impulso necesario para volver a salir a la superficie a respirar.
En definitiva, el lugar más importante al que debes regresar, ese “regreso a casa”, no es nada más (y nada menos), que el encuentro contigo misma/o, re-conectándote con tu alma, escuchando su llamada y siguiendo sus indicaciones, de la mano de tu corazón.
Si quieres, y así lo sientes, tendida está mi mano para acompañarte.
© Marilar Ruiz 2015
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Me ha encantado ese «punto de partida». Una mirada muy optimista, sí señora 🙂 #meloquedo
Gracias, al fin y al cabo, la vida es un hermoso viaje.